Hace no tanto, el Blackpool vencía al Cardiff en Wembley, con un inspirado Charlie Adam al mando. DJ Campbell celebraba goles jornada tras jornada. Fue la época dorada en la que los Tangerines regresaron a la Premier League y se midieron con los grandes sin desentonar.
Año 2010. El Blackpool regresaba a la Premier League de la mano de Ian Holloway. La campaña arrancó con ilusión, pero fue de más a menos. En el tramo decisivo, los resultados comenzaron a flaquear y el descenso se consumó en las últimas jornadas. La zurda de Charlie Adam, que había brillado en todos los rincones de Inglaterra, volvía a Championship. Aunque no por mucho: el escocés puso rumbo a Anfield para firmar con el Liverpool.
Tras aquel ciclo, todo empezó a desmoronarse. Holloway no logró regresar a la élite. El nivel de la plantilla bajaba temporada tras temporada y la esperanza de volver al máximo nivel se desvanecía. En 2012, fue destituido tras una racha nefasta. Michael Appleton y Paul Ince tomaron el relevo sin éxito. Luego llegó Barry Ferguson, pero ni él pudo enderezar el rumbo. Así se llegó a la temporada 2014/15.
Owen Oyston, propietario del club, apostó por el belga José Riga como nuevo entrenador. La afición, escéptica, tenía motivos para dudar: Oyston había rescindido el contrato a ¡17 jugadores!
Tras una pretemporada caótica, y con apenas una semana para el inicio del Championship, José Riga solo contaba con siete jugadores en la primera plantilla. La directiva alegó falta de recursos económicos. Se lanzaron entonces a buscar futbolistas libres, apuestas desconocidas y cesiones de última hora.
Uno de ellos fue Andrea Orlandi, mediapunta español con una amplia trayectoria en Inglaterra, tras pasar por Swansea y Brighton. Orlandi describió aquella etapa como una experiencia amarga, tanto para los jugadores como para los hinchas. En una entrevista, llegó a decir que los aficionados del Blackpool merecen un monumento frente a Bloomfield Road.
Los partidos se sucedían sin rumbo. Ningún jugador lograba marcar diferencias. Derrotas y más derrotas. Solo consiguieron cuatro victorias en toda la temporada, todas por 1-0, frente a Cardiff, Birmingham, Millwall y Brighton. En marzo se confirmó el descenso, una caída anunciada desde las primeras jornadas. La frustración crecía jornada tras jornada. La hinchada, harta, señalaba al gran responsable: Owen Oyston, el tirano presidente que arrastró al Blackpool a la League One.
La falta de entendimiento con José Riga llevó a su destitución en octubre de 2014. En su lugar, llegó Lee Clark, pero las decisiones del nuevo entrenador fueron rápidamente rechazadas por la afición. Y con razón. La plantilla carecía de calidad y no existía un esquema táctico claro. Cada partido era una improvisación. Ver a un equipo que había luchado en la cima de la Premier League relegado a la League One era una tragedia. Para los aficionados, era una vergüenza.
Una anécdota de la lamentable situación del Blackpool fue protagonizada por Joe Lewis, el guardameta del equipo. Tras un partido, regaló su camiseta a un joven aficionado. Sin embargo, horas antes del siguiente encuentro, contra el Reading, se presentó en la casa del chico para recuperar la camiseta, ya que no había repuestos en el club.
La decadencia del Blackpool también era evidente en el estado del césped. Cada jornada empeoraba, y la última vez que jugaron en casa, el campo estaba tan deteriorado que parecía más apto para cultivar hortalizas que para albergar un partido de fútbol profesional.
El broche final a la desastrosa temporada lo pusieron los propios aficionados. Antes del partido contra el Huddersfield, se convocó una manifestación pacífica frente al estadio para protestar contra Oyston. Cuando el segundo tiempo comenzó, el resultado del partido pasó a ser lo de menos. En el minuto 48, el movimiento de protesta estalló. Algunos aficionados invadieron el campo y se atrincheraron en el círculo central. Así culminaba, con esta vergonzosa escena, una temporada marcada por la tiranía de Oyston.
Este ejercicio fue como una montaña rusa, marcada por los altibajos de una campaña errática. Desde la jornada 9, el equipo dejó de estar en el último puesto de la League One, aunque nunca estuvo muy lejos. A pesar de algunos refuerzos invernales que ofrecieron algo de esperanza, el descenso seguía al acecho.
Esta historia deja al Blackpool con serios problemas. No es la primera vez que un equipo sufre un doble descenso consecutivo, como el caso del Portsmouth en la League Two. Sin embargo, los verdaderos héroes de esta historia son los aficionados, que siguen luchando por su equipo. Yo, como muchos, apoyo la causa #WeWantOystonOut.
✍️ Pablo Cartas
🗓️ (31/03/2016)

Redacción Ligas Menores
